“En 2026 queremos pasar de gestionar el episodio a gestionar la salud. Esto significa que queremos ser más preventivos”

Conversamos con Sergio Melzner, secretario de Innovación del municipio de Pilar, en la Provincia de Buenos Aires, para entender el presente, pasado y futuro de la modernización del área de Salud de este municipio.

Melzner ocupa este cargo desde 2024, y hasta ese entonces trabajaba en el equipo que implementó el proceso de modernización.

 

¿Qué diagnóstico podrías realizar acerca del proceso de digitalización y modernización de Pilar?

El proceso tuvo dos o tres grandes etapas. La primera etapa fue de emergencia, durante la pandemia. La innovación fue la única forma de encarar desafíos desconocidos. Digitalizamos muchas cosas, incorporamos aplicaciones y canales como WhatsApp—tenemos un bot con mucha actividad y avanzamos fuerte en salud digital: historias clínicas y herramientas de soporte al médico, entre otras.

Cuando la pandemia aflojó, pasamos a una segunda etapa para extender esa visión a otras áreas y procesos. Por último, a mediados de este año comenzamos la tercera etapa, que consta de acompañar avances tecnológicos mucho más rápidos, como la inteligencia artificial (IA) para lograr reducción de costos, nuevas interoperabilidades y hacernos eco de una ciudadanía con expectativas distintas. Ese desafío recién lo estamos empezando.

En concreto, mi diagnóstico es muy bueno: somos un municipio con mucha capacidad instalada, muchas cosas resueltas y también muchos desafíos por delante.

   

En salud, ¿en qué instancia de digitalización están hoy?

Hoy tenemos prácticamente una visión 360 del paciente: Cada persona tiene una historia clínica validada con su identidad; incorporamos módulos para ver diagnósticos, evoluciones, episodios, y ya no se usa receta en papel salvo que alguien la pida como comprobante. Además, todos los estudios del municipio, incluyendo tomografías, resonancias, laboratorios, ecografías, etc., están integrados tecnológica y funcionalmente.

Cualquier efector del municipio ve la historia clínica, estudios previos, turnos, motivos, diagnósticos, todo de los pacientes. Vale aclarar que Pilar tiene un sistema grande: un hospital central de alta complejidad, tres hospitales más, más de 30 CAPS, UDIs y alrededor de 50 efectores. La trazabilidad es clave para derivar correctamente a un paciente.

También inauguramos un centro cardiovascular, integrado desde el primer día. Incluso, integramos telemedicina al motor de historia clínica, de la mano de Integrando Salud. De esta manera, los médicos remotos acceden al historial completo para decidir mejor. Solo hacemos telemedicina en problemas de baja complejidad. Y respecto a los números, Hoy tenemos entre 2.000 y 3.000 atenciones mensuales de telemedicina.

¿Cuáles son los planes para el próximo año en salud y digitalización?

Queremos pasar de gestionar el episodio a gestionar la salud. Esto significa que queremos ser más preventivos. Es decir, enviar propuestas de medidas de cuidado; acompañar a embarazadas, adultos mayores y personas vulnerables con monitoreo, telemedicina o recordatorios; sugerir turnos o reprogramaciones; y usar la información existente para ordenar mejor la oferta médica.
Apuntamos a que la tecnología se adelante al pedido del vecino y proponga acciones preventivas sin ser invasiva.

¿Detectaron insights relevantes gracias a la digitalización?

Sí. Un caso fuerte fue el ausentismo en turnos, un problema general del sistema de salud.
Modelamos 14 variables: patología, motivo de consulta, edad, género, distancia al CAPS, horario del turno, entre otras.

Como resultado, obtuvimos hallazgos interesantes, por ejemplo: si el turno está muy distante en el tiempo, la probabilidad de asistencia baja; muchas personas sacaban más de un turno (en otros sistemas) y asistían al más inmediato.

Usamos esta información para dar turnos más adecuados a quienes son ausentes crónicos; ofrecer telemedicina cuando es apropiada; y hacer que más personas declaren que no van a asistir, liberando turnos para otros.

El proyecto lleva 45–60 días, con resultados prometedores, pero necesita comparaciones interanuales para ser concluyente. También detectamos que el ausentismo es muy estacional.

Quiero destacar que la telemedicina resolvió muchos de esos casos porque le permite a la gente atenderse en minutos desde su casa.

¿Detectaron algo propio de salud pública, más allá de turnos?

Sí. En el caso cardiovascular observamos el impacto enorme de una hipertensión mal tratada en tratamientos posteriores, complejidad y recursos. Eso impulsó directamente la creación del centro cardiovascular: decisiones basadas en datos.

También encontramos patrones en pediatría y embarazos. Para embarazadas, adultos mayores y sectores vulnerables tenemos protocolos de seguimiento basados en historia clínica digital.

Además, analizamos el impacto de la migración interna: en fines de semana la población de Pilar crece 35% por la afluencia de personas que viven en barrios cerrados. Esto afecta la demanda sanitaria y la administración del recurso público: tiempo del médico, guardias, insumos.

A futuro, trabajamos en interoperabilidad con otros municipios para compartir información clínica cuando sea seguro y legalmente viable.

¿Qué consejo les darías a otros funcionarios del país que quieran avanzar con la digitalización del área de Salud?

Que lo hagan y que busquen experiencias de otros municipios y ciudades capitales. Que gestionen alrededor de las personas y no de la burocracia, construyendo una historia del vecino para darle el mejor servicio. En salud, la historia clínica debe ser el corazón del sistema, apoyada en herramientas transversales e interoperables. Es clave medir el impacto y no implementar tecnología por la tecnología misma, sino tomar decisiones basadas en datos vivos y monitoreables. También es fundamental capacitar de forma permanente al personal, sin perder el contacto humano: si la herramienta no resuelve un problema, el funcionario tiene que resolverlo igual y después ajustar la herramienta. Todo esto requiere trabajar como equipo entre secretarías y niveles de gobierno, y pedir ayuda, apoyándose en redes como RIL (Red de Innovación Local) para compartir soluciones, investigar en conjunto y abaratar costos.